El esperpento e irresponsable modo de actuar de la clase política, nos ha llevado a una situación límite. Mientras las puyitas tienen más protagonismo en las declaraciones institucionales, los ciudadanos hemos tenido que actuar mediante decisiones personales para favorecer el bien colectivo. Por desgracia, un gran número de ciudadanos no tiene la capacidad empática para tomar la decisión personal que podría favorecer a todo el colectivo, evidenciando una vez más la ausencia de medidas drásticas ante una situación inédita, pero, prudentemente predecible ante los dos ejemplos previos que son China e Italia.
Y es que el problema no se podía tomar a la ligera, o minimizarlo después de comprobar cómo previamente se había puesto en cuarentena a millones de personas. No hace falta ser virólogo para tomar las decisiones prudenciales cuando el virus no tiene vacuna, tiene gran riesgo de contagio y tiene mortalidad. Estos tres factores ya eran lo suficientemente graves para declarar el Estado de Alarma desde el primer caso identificado en el territorio.
Han habido autonomías que han decidido cerrar poblaciones para contener la propagación, pero, después de que el contagio hubiese llegado por la irresponsabilidad de algunos y la pasividad de los que mandan. Y, aunque la medida se salta las competencias constitucionales, es necesaria para evitar que el problema sea mucho mayor. Cuando pase todo ésto, ya se verá que ha fallado, pero ante tiempos excepcionales, medidas excepcionales.
Y la palabra Excepción es la clave para evitar la propagación descontrolada. El Estado de Alarma sólo da más competencias al Gobierno para tomar decisiones rápidas, pero, ya no es suficiente. La propagación se evita cerrando territorios, y para ello hay que declarar el Estado de Excepción y la suspensión del artículo 19 de la Constitución Española.
Ahora no es momento de ponerse ideológicos, sarcásticos, cínicos o cualquier otro atributo que pueda surgir del individualismo psicológico del comportamiento humano. Ahora es momento de obrar con la máxima de las prudencias, aunque a algunos les pueda parecer medidas exageradas. Ahora es cuando hay que aprender sobre la responsabilidad colectiva.
No es momento de puyitas, no es momento de mensajes ideológicos, no es momento del desánimo, no es momento de pánico, no es momento de alarmismo.
Es momento de la prudencia y la responsabilidad colectiva.
Quédate en casa.
P.d.: Nunca se puede pecar de prudencia.