Apología a lo colectivo

¿Alguna vez has oído algo parecido a que somos egoístas por naturaleza? ¿O qué el bien común es utópico porque el ser humano siempre ansía más y no se conforma con lo que tiene?, estas afirmaciones están presentes en el marco hegemónico de nuestra sociedad. Argumentos con una óptica simplificadora de la naturaleza humana, nos los encontramos de cualquier índole, como así los propios que puedan defender lo contrario. En cualquier caso, quiero dedicar unas líneas de texto a visibilizar una perspectiva menos difundida.

Cuando se habla de derechos individuales, además de los inherentes a la consideración y expresión del individuo, en gran medida se suele vincular al derecho a la propiedad privada o a la libertad. Si ponemos el foco en esta última vinculación, en la visión del «individuo libre», se muestra una percepción de libertad estática donde la libertad es un atributo con capacidad de ser poseído o desposeído, un «estado» donde un individuo lo es o no lo es, como si de números binarios se tratara. Continuando la analogía matemática, ¿Es posible tener diferentes niveles o grados de libertad? Para responder a esta pregunta, primero, deberíamos definir qué es o qué entendemos por «libertad».

Sin entrar en tecnicismos lingüísticos, como concepto, cuando se habla de ser libres en relación a las personas, la palabra libertad refleja la visión del «libre albedrío», entendiéndolo como capacidad de elegir una, ninguna o varias opciones sobre una variedad de alternativas. En base a esta definición, se pueden imaginar diferentes situaciones cotidianas, generales o vitales donde las capacidades de elegir son diferentes entre ellas, en consecuencia, parece prudente enunciar que la libertad es gradual o dinámica, aunque por la naturaleza propia de cada situación de libertad, podríamos afirmar a su vez, que la misma es también multidimensional.

Así, una persona, puede tener diferentes opciones para labrar una carrera profesional, pero a su vez, tiene diferentes opciones para elegir dónde vivir, el contexto económico quizás hace que los precios de alquileres o viviendas sean más elevados en unas zonas que en otras, por otro lado, la elección de una carrera profesional, limita los lugares donde puede desempeñar esa carrera a cambio de una remuneración que permita la elección a su vez de una vivienda de un determinado precio asequible a dicha remuneración. De esta forma, podemos observar que además de la limitación que supone cada contexto o entorno, las propias decisiones pueden limitar las decisiones y por lo tanto, paradójicamente, el uso de la libertad puede limitar la propia libertad (en diferentes dimensiones), continuando con este razonamiento, y añadiendo más actores al «juego» de las decisiones, podría ocurrir, que la elección de uno o varios individuos, afecte a terceros, tal y como elegir el supermercado donde hacemos la compra, esa elección afectará positivamente al negocio elegido y como mínimo, generalmente, no resultará beneficioso a la competencia.

De este modo, nacen los conflictos de intereses entre personas, en la dimensión económica y social de una sociedad, el concepto marxista de lucha de clases no podría aplicarse mejor, la desigualdad muestra como los recursos económicos mejoran diferentes libertades a un subconjunto de la población mientras limita la libertad de otro subconjunto al carecer de ellos. Cuando se habla de libertad, a menudo se olvida el término "oportunidad", y es que, sin potencialmente tener alternativas, el grado de libertad se reduce.

Para concluir, parece cabal indicar, que una autentica libertad en la persona, no se consigue sin la búsqueda de un marco o una estructura social que permita, al menos, garantizar un cierto grado libertario básico, los acuerdos colectivos, la defensa de lo público, así como de la igualdad de oportunidades, nos acerca a mejorar los diferentes grados de libertad.

La emancipación humana, viene de la mano de la construcción de lo colectivo.