Recuerdo como, además de lo que cuenta la propia Argento, se intentó desacreditarla con un supuesto abuso cometido por ella, que no fue denunciado judicialmente y del que por tanto no hay pruebas ni condena por ello. Se esgrimió un pacto con la supuesta víctima, que ella afirma que aceptó por consejo de su pareja para que la acusación no dañara su reputación.
Sin embargo, ese pacto salio a la luz casualmente después de ella acusar a Harvey Weinstein y le costo la cancelación de varios contratos, entre ellos como miembro del jurado de Factor X Italia y finalemente un daño en su reputación. Le hubiera salido mejor ir a juicio en el que, probablemente, hubiera salido absuelta.
Y explico esto porque seguro que en comentarios alguien lo iba a sacar a la luz, una vez más para poner el foco acusatorio sobre la víctima y no sobre el verdadero criminal, el condenado en firme Harvey Winstein, violador y abusador en serie demostrado y condenado en sede judicial a 47 años de prisión.
Os dejo la traducción del mensaje de Asia Argento, que habla por sí mismo e invita a reflexionar:
Cuando en 2017, después de que otras mujeres y yo soltáramos la palabra al hacer públicas las agresiones sexuales sufridas por Harvey Weinstein y hubo un auténtico tsunami mediático, yo sufrí por parte de los mediáticos y haters lo que se llama “victim blaming”.
Frases como "él lo había pedido, pudo haber dicho que no, lo hizo para tener publicidad" se decían públicamente... porque la culpa del depredador de alguna extraña manera siempre recae en la mujer, en la víctima, aunque yo odio esta palabra. La víctima de violación, de acoso, es siempre ante todo juzgada. Incluso antes que el violador. Y desafortunadamente incluso la víctima se cuestiona a sí misma primero. Esto debería hacernos entender cómo nuestra sociedad todavía está ensamblada.
Yo también me preguntaba por qué no había podido escapar, por qué no le había dado una patada en los huevos como me había enseñado mi madre, por qué no había gritado y llamado a la policía. Me culpé diciéndome que confiaba demasiado en los hombres. O tal vez fueron los papeles que interpreté, las poses sexys en las portadas de los periódicos. Si algo no resuelto en mi interior nunca me había permitido amarme plenamente, después de ser violada comencé a despreciarme. No dejaba de decirme a mí misma que era una puta y que me lo había provocado. No podía alejarme de estos pensamientos.
Yo tenía veinte años entonces, no tenía las herramientas para entender lo que me había pasado. Me tomó dos décadas y 16 años de análisis deshacerme de este crítico interno en primer lugar, y luego aprender a dejar pasar las insinuaciones de los detractores, lo que me dolió aún más porque fui la primera en culparme a mí misma.
Ayer Weinstein fue condenado (tras una sentencia de 23 años en Nueva York) en Los Ángeles por violación y agresión sexual, podría cumplir 47 años de prisión. Cuarenta y siete es mi edad. Hoy soy una mujer serena, una superviviente, amo la vida, me amo a mí misma, he convertido el veneno en medicina, y sé que mi experiencia ha ayudado a innumerables mujeres en todo el mundo a salir del estigma de la violencia sexual, a salir adelante. deshacerse de esta enorme carga.
Y por eso estoy y estaré eternamente agradecida.