En la inmensa orquesta de la política española, cada partido toca su propio instrumento, creando un concierto de voces diversas que resuenan en el gran teatro de la democracia. Sin embargo, recientemente, la armonía de la izquierda parece desafinada, con el pacto entre Podemos y Sumar tocando una melodía que ha dejado a muchos de sus fieles seguidores con un amargo sabor de boca. Y ya sabemos como acabamos siempre en Eurovisión, o, peor aún, como acabó la orquesta del Titanic.
La reciente coalición entre Podemos y Sumar, formada por más de una quincena de formaciones, ha sido calificada como el acuerdo más amplio y plural alcanzado en toda la etapa democrática en España. No obstante, ha habido una creciente desilusión entre los votantes de la izquierda que se consideran la verdadera izquierda, aquellos que se enorgullecen de su dignidad y coherencia política. Este pacto ha suscitado un profundo descontento entre ellos, a tal punto que algunos han jurado no votar en las próximas elecciones generales del 23 de julio. Este escenario podría allanar el camino para un gobierno de derechas entre el Partido Popular (PP) y Vox.
El punto de fricción radica en la omisión de ciertos miembros clave de Podemos, como Irene Montero, de las listas electorales de la coalición. La decisión ha sido tildada por algunos como un "veto" y ha causado tensiones significativas entre los partidos, incluso llevando a la líder de Podemos, Ione Belarra, a defender enérgicamente a Montero y criticar la postura de Sumar
Pero si observamos más allá de la polémica y las personalidades, debemos recordar que lo más importante en la política no son las personas, sino las ideas y los principios que representan. La exclusión de Montero y otros miembros de Podemos de la coalición puede verse como un cumplimiento del código ético del partido, que prohíbe a los miembros ocupar cargos públicos durante más de ocho años. Si bien esto puede ser una píldora difícil de tragar para algunos, es un recordatorio de que la política no debe ser un juego de tronos, sino un medio para servir al pueblo.
Aquellos cuyo corazón late al ritmo de las promesas de justicia social y equidad ven cómo se les pide que bailen al son de una melodía que no reconocen, una melodía que suena sospechosamente parecida a las que tanto han criticado.
Irene Montero y Rosa Parks, dos figuras en diferentes épocas y contextos, pero unidas por la lucha por la igualdad y los derechos de las mujeres. Montero, como ministra de Igualdad en España, ha impulsado reformas y políticas de género significativas durante su mandato, luchando contra la violencia de género y promoviendo la igualdad salarial. Por otro lado, Parks es recordada por su acto de desobediencia civil en 1955, cuando se negó a ceder su asiento en el autobús a un pasajero blanco en el segregado Alabama, un acto que catalizó el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.
Pero en el escenario político actual, Montero parece agarrarse a su asiento en el Congreso con la misma tenacidad que Parks se aferró al suyo en aquel autobús de Montgomery. Sin embargo, la disonancia es clara: Parks luchaba contra una injusticia flagrante, mientras que Montero se enfrenta a la incertidumbre de su posición política. La lucha de Parks fue un acto de resistencia valiente y desinteresada. ¿El de Montero es un acto de resistencia política o un intento de conservar el poder y el confort que brinda un escaño en el Congreso?
El activismo de Parks fue un acto único de desafío que cambió la historia. ¿Acaso Rosa Parks se subió dos veces al autobús? No, porque su valentía y determinación provocaron el cambio que ella buscaba. Tal vez Montero debería tomar nota y darse cuenta de que, a veces, un viaje solo de ida es todo lo que se necesita para marcar la diferencia.
Es válido cuestionar si Podemos ha hecho la elección correcta al unirse a esta coalición. Si bien puede haber ciertas desventajas, también hay que considerar las consecuencias de no unirse. ¿Podría Podemos realmente mantener su relevancia y lograr sus objetivos sin formar parte de una coalición más grande? Es una pregunta retórica que cada votante de la izquierda debe hacerse al reflexionar sobre el futuro de Podemos y de la política española en su conjunto. Los desencantados de la izquierda deben recordar que en la danza de la política, a veces debes dar un paso atrás para avanzar. La auténtica dignidad no se encuentra en la intransigencia.