Según el diccionario de la RAE, las dos primeras acepciones de la palabra caricatura son:
1. f. Dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien.
2. f. Obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto.
Decimos vivir en la Sociedad de la Información, pero quizá deberíamos llamarla la Sociedad de los Datos. Un profesor mío repetía machaconamente que los datos no son nada per se, que sólo son útiles después de un proceso de análisis a través del cual obtenemos la información, que es al fin y al cabo lo que buscamos.
Muy pocos quieren (o queremos) dedicar el tiempo y el esfuerzo necesario al análisis así que nos contentamos con las caricaturas de brocha gorda que los mass media y las redes sociales ponen delante de nosotros; grupos de datos convenientemente pre-procesados para nuestra fácil digestión y asimilación. Como además somos víctimas del sesgo de confirmación, elegiremos aquellas caricaturas que más se asemejan a las ideas preconcebidas que ya tenemos. Para acabar de poner la guinda al pastel, el efecto burbuja nos permite vivir aislados en nuestro mundo de fantasía, donde sólo veremos aquellos canales de TV que nos interesen, las noticias de nuestros diarios online de cabecera y Facebook filtrará aquellos posts que nos desagraden.
Por desgracia y en mi opinión, todo esto está llevándonos a un mundo polarizado, donde la escala de grises cada vez tiene menos pasos. Lo estamos viendo en EEUU donde un personaje como Trump (una caricatura en sí mismo) se ha alzado con el poder gracias a las fake news en Facebook y a FOX (un 13TV/ Intereconomía a la americana). En Europa, grupos nacionalistas culpan a su caricatura de los inmigrantes de todos los males en Dinamarca, Austria y Suecia. Reino Unido y Francia hacen lo propio con su caricatura de la Unión Europea; una estructura, según ellos, megalítica y corrupta que cercena la soberanía de sus naciones y dilapida sus impuestos.
Y ahora viene cuando me llueven los negativos…
Soy un independentista catalán. Al decir esto, en la mente de todos ya se ha formado una caricatura.
El independentista catalán tipo es un ser desprovisto de raciocinio al que años de adoctrinamiento en escuelas catalanas y décadas de visionado de TV3 han acabado por sorber el poco seso que tenía. Este elemento, odia visceralmente todo aquello que sea español: la bandera, el himno, la lengua castellana, la tortilla de patatas y, por supuesto, a todos los españoles. También cree ser genéticamente superior. Niega todo rastro de democracia en España. Quiere imponer su lengua y su cultura a todos los habitantes de Catalunya, cueste lo que cueste. Cree que tiene patente de corso para saltarse todas las leyes que le salga de las narices.
Para el sector (llamémosle) unionista, también hay caricatura, por supuesto.
El unionista tipo es un ser que vota a PP o Ciudadanos y que se levanta cada día cantando el Cara al Sol para luego escuchar el programa de Jiménez Losantos. Es un heredero del franquismo que, cada 20N lleva flores al Valle de los Caídos enarbolando una rojigualda con una vistosa águila imperial. No reconoce otra lengua que el Castellano ni otra cultura que la Española. Cada tarde, después de preceptiva corrida de toros y la misa de 5, se toma unos finos en la taberna donde departe con los tertulianos acerca de lo miserables que son todos los catalanes.
Después de muchos años en menéame y muchas discusiones en los comentarios, es imposible no ver que, en realidad, nos estamos peleando con caricaturas, no con la persona que tenemos enfrente. Hay cientos de ejemplos de este tipo:
- A: Lo de la sentencia del TC es un atropello.
- B: lo que os pasa a los independentistas es que os saltáis todas las leyes.
- A: ¿qué ley me he saltado yo? Facha tenías que ser…
- B: ¿facha? Para facha la ley que tenéis que prohíbe hablar en castellano imponiendo el dialecto ese que hablan cuatro gatos.
- A: pero, ¿qué dices? Aquí nadie prohíbe el castellano [insulto a escoger…]. Con razón se independizaron de vosotros los latinoamericanos.
- …
Y el hilo continúa ad nauseam.
Sé que es difícil, seguramente imposible, pero no estaría mal que nos tomásemos 5 minutos para leer realmente lo que nos han escrito y no lo que creemos que nos han escrito. Confieso que soy culpable de este “pecado” y he visto que gente con la que he mantenido discusiones son culpables también.
Como la RAE apunta, una caricatura es una deformación, una ridiculización. Intentemos ser conscientes de ello. Desde estas lineas, mi propósito de enmienda.
Saludos, meneantes.