Trump, Bannon, Orban, Salvini, Bolsonaro, Le Pen, Amanecer dorado, Vox, ... son políticos y partidos que resuenan día sí día también en prensa, azuzando la idea de que hay un retroceso mundial, una especie de vuelta a la edad media en la que perderemos derechos adquiridos hace decenios, en la que la violencia volverá a campar a sus anchas. En la izquierda española y europea reina una sensación de derrota, de retroceso, como si fuéramos mencheviques a punto de perder el control del Soviet de San Peterbursgo en 1905.
Esos nombres que escribo resuenan diariamente en la prensa, en esos medios de comunicación cada día menos analógicos y más digitales y que debido a la crisis de la prensa en papel están completamente teledirigidos en su mayoría desde los bancos y los conglomerados que los controlan. Es esa prensa la que lleva hablando de Vox casi antes de que existiera. Le puede a la mayor parte de la prensa (seamos justos, a la mayor parte sólo, no metamos a toda la prensa en el mismo saco) un deseo irrefrenable de escribir titulares, editoriales, noticias impactantes sobre Bolsonaro, Vox y Trump, día sí día también, hablando de noticias irrelevantes en gran parte pero que copan gran parte de los diarios digitales. Esa avalancha de noticias son en su mayoría noticias impactantes pero poco trascendentes, que nunca suelen tratar de economía pero que casi siempre tratan de temas como derechos civiles que amenazan con quitarnos,de machismo, de aborto o de hechos que sucedieron hace 500 años y que quieren reescribir. Que si Abascal lleva una pistola, que si Trump ha pedido 500 hamburguesas para una recepción, que si Salvini da la bienvenida a un terrorista de extrema izquierda expulsado de Brasil... No es la intención de este humilde aprendiz de articulista decir que debatir sobre el aborto o sobre el machismo no sea importante: no es importante para 'ellos', para los que dirigen los medios de comunicación desde las sombras, para los que ganan sueldos de 6 cifras y que tienen claro donde quieren que esté el debate en nuestro país: en la religión, en retroceder en la despenalización del aborto, en los peligros de la inmigración, ... Así, de esta forma, se habla de temas que nos importan a 'nosotros' y nos entretienen, bien indignados para que no se hable de los temas que verdaderamente importan pero que no nos impactan tan visceralmente: esto es, para que no se hable de la economía. Los medios de comunicación nos están imponiendo una enorme cortina de humo para que ni pensemos en avanzar en el último y más importante de los temas: la fiscalidad.
La economía, y principalmente aumentar la presión fiscal, es la última cima que nos queda por conquistar. Ya hemos ganado en casi todos los otros ámbitos: desde las vacaciones pagadas hasta la educación laica, pasando por el aborto gratuito y por las pensiones públicas. Todos esos derechos conquistados durante el siglo pasado y que obviamente hay que mantener a toda costa los hemos ganado a los Salvini, Trump y Bolsonaro de turno. Quizá os suene demasiado triunfalista, pero hemos conseguido desterrar en gran parte a la iglesia de las calles y de las escuelas públicas, las mujeres de nuestro país pueden abortar libremente y estamos avanzando a pasos gigantes en la igualdad del hombre con la mujer. Esas batallas, ganadas ya en gran parte y que hay que mantener no deben distraernos de la cima más importante de todas: la fiscalidad.
Hablar de la fiscalidad suena frío y latoso si lo comparamos con temas tan aparentemente trascendentes como el machismo, la inmigración, etc. pero es igual de importante, y es por el que debemos luchar en esta nueva fase. Los medios de comunicación nos intentarán llevar a su terreno y debatir sobre la ultraderecha, sobre racismo, sobre inmigración (por no hablar de Catalunya) pero esos temas no deben hacernos abandonar la lucha por una fiscalidad mucho mas progresiva y justa, que contribuya a repartir mucho mejor la riqueza y que haga que los estados puedan de una vez reducir su deuda e incrementar sus servicios públicos.
Habrá que actuar a nivel nacional y a nivel europeo. A nivel nacional hay que acabar con el dumping fiscal, igualar a C.C.A.A. con fueros propios con el resto e incrementar el número de inspectores de hacienda: En España apenas hay un trabajador de Hacienda por cada 1.928 contribuyentes, frente a los 860 de Francia, 729 de Alemania o los 551 de Luxemburgo. A nivel europeo hay que acabar con los pseudoparaisos fiscales como Luxemburgo, y de una vez por todas ir a una unión fiscal que nos ayude a acabar con el dumping que desde Luxemburgo hasta Holanda nos perjudica a todos. No puede ser que un gigante como Google utilice mecanismos como el double irish y el dutch sandwich para pagar una miseria en impuestos cuando las empresas europeas tienen que pagar todos sus impuestos de sociedades en países con tasas impositivas mucho mayores: esto lastra la competencia, nos empobrece como país y es tan descarado que es incomprensible que nadie le haya puesto coto.
Dejemos de hablar de la última tontería que hizo Trump y repitamos una y otra vez: lo peor que ha hecho Trump ha sido bajar los impuestos de sociedades y el de renta a los estadounidenses más ricos. No hablemos del último tweet de Abascal, hablemos de que su programa económico propone bajar el impuesto de sociedades y tener sólo dos tramos del renta. Es eso lo que les importa de verdad, es ése el punto fuerte de su programa, el resto de provocaciones con las que nos bombardean los medios de comunicación quieren ocultarnos esa verdad. Porque ésa es la última cima que nos queda por conquistar, la que les duele, la que tenemos que escalar para reducir la deuda de nuestros gobiernos, repartir mejor la riqueza y dar mejores servicios a nuestra gente.