Cada tragedia es una oportunidad para analizar qué ha pasado y qué podemos hacer en el futuro para que no se repita. Lamentablemente el partidismo y la mirada a corto plazo impiden a menudo un debate serio sobre los problemas. También tendemos a llevar la discusión más al terreno de la atribución de responsabilidades que al de las propuestas. Y supongo que es la conversación que va a dominar los próximos días. A mi personalmente hablar de propuestas, aunque sean especulativas como esta, siempre me ha parecido mucho más importante.
Sin más dilación:
El Estado cuenta con medios para movilizar universidades, poner en marcha un programa de investigación y buscar socios industriales para desarrollar la próxima generación de tecnología anti-incendios. Una herramienta muy prometedora son los drones, que ya han sido usados en entornos urbanos para apagar incendios a gran altura. La tecnología está aún verde, pero sus características la hacen idónea para las labores de extinción; la rapidez con la que se pueden desplegar y su maniobrabilidad y resistencia a condiciones adversas los hacen ideales para las labores de monitorización de incendios. Sus sensores permiten localizar personas y salidas, salvando vidas (a veces evitando que los bomberos entren en zonas de peligro donde no hay nadie). También se han usado en el ámbito militar para operaciones de rescate. Y por último, pueden calibrar y ajustar óptimamente el ángulo de su chorro, haciéndoles bomberos más eficientes.
Pero los drones están aún lejos de ser la solución (una de las soluciones) a los incendios. Los que existen a día de hoy han sido diseñados para trabajar en áreas urbanas, no transportan su propia carga de agua sino que necesitan ser conectados a un camión cisterna, y su autonomía es muy limitada. Si bien esto es cierto, también lo es que la tecnología va a evolucionar muy rápido. Los drones tienen tantas aplicaciones (militares, en logística, en meteorología...) que la inversión en su desarrollo parece garantizada. Van a mejorar. Y a medida que lo hagan, las limitaciones que tienen a día de hoy para combatir incendios, en gran medida la densidad energética que necesitan para transportar cargas pesadas a gran distancia y tener autonomía para ir y volver, se van a matizar o van a desaparecer por completo.
Dado que vivimos en una península especialmente vulnerable al cambio climático y donde los incendios forestales son un problema endémico desde tiempo inmemorial, nos interesa, sino liderar, como mínimo seguir de cerca, testar, y ser pioneros en implantar esta tecnología. Y otras. Si lo hacemos medio bien combatiremos más efectivamente los incendios y sus terribles consecuencias. De propina podemos crear algo de tejido industrial alrededor de estas tecnologías y sus aplicaciones, que desgraciadamente y según las previsiones se van a necesitar más y más en todo el planeta. El precio a pagar puede ser menos de lo que valen un par de eurofighters.
PD:
Todo esto sin menoscabo de las demás herramientas que hemos desarrollado para luchar contra los incendios: las campañas de concienciación, la adecuación del derecho penal, las medidas de prevención y conservación y sobretodo la imprescindible dotación del personal y los medios necesarios, entre los que se cuenta esa gran idea que es la UME. Todo suma, todo hace falta.
Comentarios
Cuando tienes criminales gobernando tu país, no hay nada que hacer... Bueno... Cuando tienes criminales votando a criminales para que gobiernen tu país, no hay nada que hacer.
Si el ser humano se tomará un poco en serio plantar árboles, en 6 meses tendríamos repoblada toda España, tan sólo hay que poner anuncios en la tele, y un estado puede hacerlo fácilmente.
Hay que prohibir los eucaliptos.