¿Pero por qué no te mueres?

A ti que te internaron, que no sabes ni quien eres, que vegetas con dolor y sin sentido en alguna parte, consumiendo la vida de personas sanas que dedican sus esfuerzos al pozo sin fondo de tus sufrimientos, que sacrifican su salud mental a tu vacío, que inmolan su futuro a tu falta de él... Dime: ¿por qué no te mueres?

No te odio. Al contrario. Te amaría si no fueses un dolor para ti mismo, y para todos. Te amaría como ser humano. Te amaría su fueras algo más que ideología cristiana que considera a dios propietario de tu vida, a tus sobrinos herederos de tus bienes, y a todos, al común de la sociedad, paganos de tus estrecheces. En términos éticos no sé si sale la cuenta, pero en economía produces beneficios. Y eso da miedo.

Y porque no te odio, te lo pregunto de nuevo: ¿Por qué no te mueres?

¿Qué haces aquí todavía?

¿Te queda algo por construir? ¿Tienes algo aún por decir? ¿Hay alguna persona que espere de ti todavía un favor, una enseñanza o una caricia llena de significado? ¿Hay alguien, siquiera tu mismo, que añada algo al mundo con tu presencia en la cama en vez de en el crematorio? ¿Crees que vales a tu especie lo que le cuestas? ¿Vales a tus amigos y tu familia los que les cuestas? ¿Te vales a ti mismo lo que te cuestas?

Deja ya esa puta cruz. Deja ya esa hipoteca que te expropió tu cuerpo y tu vida para inmatrucularlo a nombre de no sé qué ser improbable. Deja ya esa letras sin pagar que te hacen deudor de de una sociedad a la que sólo das pérdidas.

Sé un ser humano.

Muérete.