En el día de ayer, 13 de febrero de 2019, el congreso rechazó tramitar los presupuestos generales del estado. Finalmente, las enmiendas a la totalidad presentadas por ERC y PDeCat no fueron retiradas y las cuentas fueron rechazadas, algo que sucede por segunda vez en democracia, la anterior fue en 1995 con Felipe González en el gobierno, lo que le llevó a convocar elecciones anticipadas, mismo caso que podría suceder ahora, aunque conviene recordar que la ausencia de presupuestos no obliga por ley a convocar comicios, y teniendo en cuenta como está la política actualmente nada se puede descartar.
Pero yendo al meollo de la cuestión, conviene preguntarse, se han equivocado los partidos anteriormente mencionados al rechazar unos presupuestos considerados los más sociales de la historia por los partidos que los apoyaban, afirmación esta que deja entrever cuanto de antisociales han tenido todos los presupuestos generales presentados hasta ahora. Es evidente que esta pregunta no se puede responder sin analizar, aunque sea someramente, lo sucedido en las intensas últimas dos semanas políticamente hablando.
A mediados de la semana pasada, aparecía la figura del famoso relator, al parecer era uno de los 21 puntos que Quim Torra le pedía en un documento enviado a Pedro Sánchez, documento que poco después desde el gobierno negaron su existencia, aunque fuese incluso publicado en algunos medios. La aceptación del relator provocó la reacción airada de los partidos de la derecha, pese a que la mencionada figura ha sido utilizada en varias ocasiones y que incluso algunas de ellas tenían delitos de sangre, como Belén González Peñalva alias “Carmen”, miembro de ETA que hizo de relatora de Aznar durante la tregua indefinida de 1999, época en la que a ETA se la denominaba “movimiento vasco de liberación nacional”.
A esto, los partidos de la derecha respondieron convocando una manifestación el domingo siguiente, aunque sería más adecuado decir concentración o peregrinación a Colón, en protesta porque según ellos el gobierno aceptaba el chantaje independentista, a la que se sumaría inmediatamente toda la extrema derecha patria y que pese a todo el apoyo mediático tuvo escaso seguimiento. Pero entre la convocatoria de la manifestación y la celebración de la misma, hubo otro momento clave, el gobierno anunciaba el viernes que daba por rotas las negociaciones con los independentistas, al no renunciar estos a la celebración de un referéndum, referéndum que en más de una ocasión ha defendido el PSOE, especialmente su rama catalana PSC.
Los presupuestos fueron pactados por Gobierno y podemos, lo que los convierte de facto en unos presupuestos que no son del gobierno, al incluir estos aspectos que no incluirían, ni de podemos, al no incluir aspectos que si incluirían si la elaboración dependiera únicamente de las dos formaciones sin depender la una de la otra. Esto se explica fácilmente por la relación de fuerzas parlamentarias de ambas formaciones, el gobierno con 84 diputados, la cifra más baja de la democracia, y podemos con 71 diputados. Números que dan para lo que dan, aunque haya un sector de la formación morada que piense que con esos 71 diputados se puede hacer una revolución y jueguen al todo o nada, en el que casi siempre acaba ganando la nada.
Después de rechazarse los presupuestos, surgieron muchas preguntas. ¿Le interesaba realmente al PSOE aprobar los presupuestos o le conviene ir a unos comicios que puede presentar que se celebran precisamente por no haber cedido a los independentistas? Lo cierto es que, si las enmiendas presentadas se hubieran votado por separado, los presupuestos se habrían salvado, pero el PSOE junto a PP y C’s votó para que las enmiendas se votasen conjuntamente. Tampoco ayuda que en el PSOE haya esas personas llamadas barones, que parecen estar tocadas por un halo divino, pero que no son más que personajes grotescos cuyas declaraciones podrían estar firmadas por cualquier miembro de la extrema derecha, con la que muy a menudo se manifiestan.
Por parte de los independentistas, era obvio que los presupuestos no se circunscribían únicamente a estos. El martes se inició el proceso judicial contra los presos políticos del procés, y nadie pone en duda que lo que pase en el ámbito político les va a afectar de una u otra manera. ¿Cuál es la estrategia? ¿Facilitar un gobierno de derecha que al mostrarse más beligerante con Catalunya aumente la base social del independentismo? Y es que todavía con el shock de lo que pasó en Andalucía, a la izquierda no le vienen bien estas elecciones que algunos dan por perdidas incluso antes de celebrarse, a tenor de lo que dicen las encuestas, que por primera vez y de forma curiosa se creen hasta los que salen perjudicados en ellas.
Lo único cierto es que ayer se votó en contra de elevar el IRPF a las rentas más altas, medidas contra la violencia de género, contra la pobreza infantil, una mayor inversión en Catalunya, una rebaja de las tasas universitarias, aumento de la tasa de dependencia, eliminación del copago farmacéutico a los pensionistas con rentas bajas…etc. Es cierto que hay muchos aspectos que faltan, derivado en parte por lo que comentaba en el quinto párrafo, y que este gobierno no ha tenido la valentía de derogar la reforma laboral ni la ley mordaza, y que mantiene bloqueados en el puerto de Barcelona barcos cuya misión es rescatar a los inmigrantes que mueren por miles ahogados en el Mediterráneo, luchas a las que no se renuncia por haber votado favorablemente los presupuestos. En la vida siempre conviene avanzar, aunque sea poco, en lugar de retroceder, y en mi opinión ayer en el congreso se ejemplificó un retroceso que beneficia a muy pocos y perjudica a muchos.