Veamos las consecuencias.
I. Prigorzhin se exilia a Rusia. Los de la Wagner podrán elegir irse con él (sin ningún tipo de represalias, podrían volver a Rusia cuando quisieran) o integrarse en la ofensiva rusa.
Bielorusia lleva tiempo siendo un eslabón débil en la estrategia rusa. Por una parte, su ejército es muy limitado, por otra Lukashenko no puede permitir que Putin despliegue tropas rusas en territorio bieloruso sin enfrentarse a un problema político.
Ahora pongamos que la mitad de los Wagner se van con Prigorzhin. De repente tenemos un ejército de 10.000 mercenarios rusos con experiencia en combate ubicados en territorio bieloruso: problema resuelto. Y lo mejor de todo: sin coste político para Lukashenko, que además queda como el héroe de la jornada.
II. A los rusos les conviene que los ucranianos ataquen sus líneas de defensa. Cada soldado ucraniano que caiga ahora es un soldado que no encontrarán más adelante cuando avancen. El ejército ucraniano, por otra parte, no terminaba de decidirse a lanzar la ofensiva. Por fín la lanza y de repente, en medio del ataque, el problema ruso se evapora. El error de cálculo le habrá costado a Ucrania fácilmente varios miles de soldados.
III. El casus belli de Rusia es que tropas de la OTAN desplegadas al este de Ucrania pueden tomar Moscú en horas: en medio solo hay unos cientos de kilómetros de llanura sin colinas ni montañas ni rios ni obstáculos naturales. Es un paseo. Uno de los problemas políticos de Putin es que en Moscú no se terminan de creer lo fácil que puede ser tomar la capital desde el este de Ucrania.
Prigorzhin les acaba de hacer una demostración práctica. Ahora solo tienen que añadir "Imagina que en vez de ser los Wagner hubieran sido las tropas de la OTAN" para que los moscovitas empiecen a tomarse en serio el tema.
Por supuesto, nadie sabe lo que realmente ha pasado. ¿Fue una rebelión? ¿Fue planeado? Ambas opciones son posibles, pero da que pensar que las consecuencias sean tan beneficiosas para Rusia.