Llevo días pensándolo, y aún así me asombra sabiendo como somos, que nadie haya aprovechado para hacer negocio con los crampones (y similares), que no salgan expertos en televisión o foros hablando de sus bondades, o noticias de tiendas sin stock, tal como ocurrió con los rodillos y la harina en el confinamiento.
Se están perdiendo las buenas costumbres.