Una persona se considera en riesgo de suicidio si:
· Acaba de perder su casa.
· Acaba de perder su relación de pareja.
· Acaba de perder a sus hijos.
· Acaba de perder la mitad de sus ingresos.
Pero si todos esos factores se dan juntos y esa persona es un hombre, se produce un extraño fenómeno: este hombre será dejado de lado tanto desde el tradicionalismo más conservador, como desde el feminismo más progresista. Una gente le dirá «sé un hombre» (y no te quejes), mientras que otra gente le dirá «eres un privilegiado» (y no te quejes). Pero el resultado es el mismo, y consiste en decirle «Cállate. No expongas tus problemas».