Una bonita casa con un bonito jardín que la rodea, en un barrio donde todos saludan con una gran sonrisa a lo comercial de crema dental, dos o tres hijos jugando despreocupadamente en el jardín, una pareja joven bien guapa muy enamorados, con buena salud, tomando un refresco mientras miran a sus hijos, un par de coches de buena gama en un gran garaje al lado de la casa, cada miembro de la pareja con un buen trabajo, muy estable, buen salario y que respeta la vida personal. Ambos pensando donde pasarán las vacaciones de verano e invierno.
Anteriormente nos vendían ese escenario como la meta de nuestras vidas, pero ha progresado a que es lo mínimo por defecto. Y eso señoras y señores es una fuente de angustias, ansiedad, depresión y hasta suicidios. Porque en la situación actual, muchos jóvenes no requieren ser estadísticos, ni profetas para darse cuenta que llegar a ese estado es imposible y muchos no tan jóvenes se sentirán derrotados o que desperdiciaron su vida al no lograrlo.
Pero ese escenario escrito al inicio, no es muy probable. La historia de la humanidad está llena de desgracias, muertes prematuras, enfermedades, tragedias, accidentes, guerras, hambre, corazones rotos, traiciones, corrupción, mucho azar, cambios, temporalidad, hoy estoy bien, mañana quien sabe. Y no, no es algo que le suceda a los demás, en un país muy lejano, son eventos que nos pueden pasar en cualquier momento. Por eso, en vez de pensar en lograr escenarios utópicos, aceptarnos como realmente somos: máquinas de supervivencia.
Un pensamiento así, significa que vivimos más el presente, no obsesionados con el futuro, ni culpándonos continuamente por los errores del pasado. Máquinas que tratamos de evitar las amenazas y sacarle el mejor provecho a las oportunidades que se nos presenta. Que trabajamos con información muy incompleta, imprecisa, y en ocasiones completamente falsa. Darnos por satisfechos por estar con vida cada día que pasa. Si una oportunidad se desperdició, no gastar energía en culparse, habrá que esperar a la siguiente y cambiar de estrategia para minimizar volver a perderla. Se aprende en el camino.
Millones de personas con sueños, planes, objetivos a mediano y largo plazo, que se han esforzado mucho, se han encontrado con una muerte prematura, un accidente o algo que cambió sus vidas tan dramáticamente que vuela en pedazos esas metas futuras. De esas personas no nos llegan noticias o quizás una que otra historia para satisfacer la morbosidad. Si nos enteramos, de las pocas personas que lo han conseguido llegar a escenarios maravillosos. Pero joder.. que somos ya casi ocho mil millones y que unos muy pocos lo consigan y eso sirva de ejemplo no tiene base estadística.
El juego es tan solo sobrevivir y seguro que seremos más felices.