No tiene sentido que se apliquen medidas contra los anti-vacunas, es una posición completamente irracional. Vamos a analizarlo en detalle.
Primera premisa: las vacunas son eficaces.
Conclusión evidente: un antivacunas no es de temer, dado que las vacunas protegen al vacunado de posibles infecciones.
Ergo: no es necesario aplicar medidas contra los antivacunas, ni forzar a toda la población a vacunarse. Cada cual que corra su propio riesgo.
Sin embargo, el escenario en el que estamos es el siguiente:
Primera premisa: las vacunas son eficaces, es decir, evitan muertes y casos graves.
Conclusión torticera: un antivacunas es un atentado contra la salud pública y se le debe condenar al ostracismo.
¿Cómo es esto posible? Para que un antivacunas fuese un peligro a temer, la vacuna tendría que ser ineficaz, es decir, no cumpliría con su cometido de evitar muertes y casos graves. Con lo cual, una de dos conclusiones:
O la vacuna es ineficaz, y se cae por tierra toda la campaña de propaganda por la vacunación. Duda razonable: ¿Para qué vacunarse entonces?
O un antivacunas no es un peligro público, y se desmorona la campaña de persecución del no-vacunado. No tendría sentido entonces aplicar medidas contra los que deciden no vacunarse.
Señores, lógica elemental. No se puede arguir al mismo tiempo que la vacuna es eficaz y que se deben aplicar medidas contra los que no se vacunan, decir tal cosa es escupir sobre la recta razón. Recuperemos un poco la cordura, porque de verdad que esto empieza a ser ridículo.