El sistema electoral es una pieza fundamental de la democracia, de la que es su mecanismo, siendo probable que los defectos imputados a la democracia procedan en realidad de un mecanismo inadecuado, susceptible de ser mejorado.
El voto negativo
Consiste en que cada persona, en lugar de tener un voto afirmativo, tenga dos votos, uno afirmativo y otro negativo. El triunfo se otorga a la candidatura cuya diferencia entre votos afirmativos y negativos sea mayor.
En esta forma sucede que los partidos extremos, si bien tienen muchos votos afirmativos, tienen también muchos votos negativos que neutralizan los anteriores. El centro, sin embargo, puede que tenga inicialmente menos votos afirmativos, pero tendrá pocos votos negativos.
El sistema electoral convencional otorga una prima a la pasión, porque en las elecciones prima sobre el elector la pasión sobre el juicio. La política se desarrolla a lo largo del tiempo en forma pendular.
Con frecuencia, personas que no son ni de derechas ni de izquierdas han figurado en estos partidos, no por convicción, sino porque sólo en ellos sus aspiraciones políticas pueden tener vialidad. En el sistema propuesto, las personas del centro tendrían posibilidades políticas propias y no prestadas. Estos votantes, más objetivos y menos apasionados, podrían gobernar con su fuerza política propia, sin deber su triunfo a votos que no son suyos, generalmente a costa de compromisos y transigencias no siempre gratas y confesables, sin necesitar perder sinceridad en propaganda y programa, por temor de perder apoyo electoral.
El sistema democrático debe neutralizar sus inconvenientes, sin que por esto pierda la base de estabilidad procedente de su origen popular.
Además, el centro deberá gozar de las simpatías de una extensa masa neutra, actualmente abstencionista, en desacuerdo con las políticas -extremas, en cuya masa renacerían las esperanzas.
No debe olvidarse que si este sistema electoral puede llegar a permitir el triunfo del centro con pocos votos a favor, el sistema convencional actual permite, sin embargo, ganar con muy pocos votos de diferencia, y no sabemos que es peor, si que el triunfador sea seguido de menos masas, o que gobierne contra la voluntad de la mitad del país.
Creemos que este sistema representa una contribución eficaz para neutralizar los efectos perturbadores que las masas y sus pasiones producen en el buen funcionamiento de la política y, por tanto, en las posibilidades de libertad individual.
Finalmente, siendo esta iniciativa bastante antigua, debo decir también que cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia.
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