No estaba sólo Gramsci en esta afirmación, años antes Moses Hess sostenía que la religión hace soportable «la infeliz conciencia de servidumbre» y, añadía, «de igual forma el opio es de buena ayuda en angustiosas dolencias» Si el opio dulcifica las «angustiosas dolencias», la lotería despierta la ilusión de la suerte, de un posible y definitivo cambio de la persona, mientras que la religión, en particular el cristianismo, se erige sobre la promesa de la salvación eterna, que se convirtió en excusa y justificación para los sacrificios terrenales