Los físicos del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) han vinculado, o "entrelazado", el movimiento mecánico y las propiedades electrónicas de un diminuto cristal azul, dándole una una ventaja cuántica en la medición de campos eléctricos con una sensibilidad récord que puede mejorar la comprensión de el universo. El sensor cuántico consta de 150 iones de berilio (átomos cargados eléctricamente) confinados en un campo magnético, por lo que se autoorganizan en un cristal plano 2D de solo 200 millonésimas de metro de diámetro.