Debido a que en aquellos años no existían aún puentes ni túneles para atravesar el río, los contrabandistas utilizaban botes y pequeñas embarcaciones para el transporte en verano, mientras que en la época de invierno recurrían a automóviles para cruzar la gruesa capa de hielo que hace un siglo cubría el río. Cuando los ríos y lagos se congelaban en invierno, los contrabandistas simplemente los cruzaban en coche o patinando sobre el hielo, arrastrando en algunos casos trineos llenos de whisky y ron.