Mientras el gobierno y la oposición se enzarzaban en una guerra destructiva, un grupo de fondos financieros de Wall Street y multinacionales energéticas y mineras, supuestamente perjudicadas por los embargos y nacionalizaciones del chavismo, se hicieron con el activo más valioso del Estado venezolano en el exterior: una empresa con tres refinerías en Texas, Luisiana e Illinois, que producen más de 800.000 barriles de gasolina al día, así como una importante red de gasolineras.