Al universo “semanasantero” andaluz la cosa se le está yendo de las manos, porque entre traslados, regresos, estaciones de penitencia, magnas, coronaciones y demás acontecimientos “extraordinarios”, han conseguido que el término deje de serlo, porque ya no hay un fin de semana libre de procesiones y manifestaciones cofrades de todo pelaje y condición, algo absolutamente impropio de un estado que se considera constitucionalmente como “aconfesional”, aunque a tenor de los datos demoscópicos del personal patrio, podríamos calificar como “laico”.