El pasado viernes saltaron todas las alarmas. Se había detectado en Sudáfrica una nueva variante de la Covid-19 a la que la Organización Mundial de la Salud bautizó como ómicron. De manera casi inmediata, la industria farmacéutica se puso a estudiar la eficacia de sus vacunas frente a esta cepa para averiguar si es necesario producir nuevos antígenos. En el caso de que así sea, la producción en 2022 será limitada y dejaría al 23% de la población mundial sin inmunizar: 'solo' habrá 6.000 millones de dosis.
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