Los bajos porcentajes de participación ofrecen solamente unas pinceladas sobre qué burbujea en algunos sectores de la sociedad europea, pero nada más. Pese a todo, sabemos que la extrema derecha xenófoba ha entrado con fuerza en las urnas. Uno se pregunta qué sentido tiene odiar a quien viene de fuera cuando por toda Europa han circulado diferentes pueblos y etnias durante siglos. Sólo en el caso de España podemos aseverar que, en mayor o menor medida, por nuestras venas corre sangre judía, árabe, africana, germánica y hasta vikinga.
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