Sobre el papel, fue una pelea de fantasía entre dos de los mejores amateurs en la historia del boxeo, el primer encuentro entre los dos veces medallistas olímpicos de oro, y dos de los mejores de la élite de boxeo libra por libra. En realidad, fue una pelea épicamente dispareja, ya que Lomachenko jugó con el Rigondeaux más viejo y más pequeño en el tan esperado evento. Resultó que el campeón de peso pluma, Rigondeaux, un desertor cubano radicado en Miami que subió dos categorías de peso, no mostró ninguna de las habilidades que le atribuyen.