Según estudios de la comunidad científica, ya existía la intolerancia a la lactosa hace 5.000 años. Lo que no existía por aquella época eran leches alternativas, una ventaja de la que sí podemos beneficiarnos hoy en día. No hay más que echar un vistazo al lineal del supermercado para comprobar que este tipo de leche está de moda entre los consumidores que demandan incluso otros productos lácteos -como quesos y hasta mantequillas- modificados.
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