La leyenda dice que el 8 de diciembre de 2005, apenas 24 horas después de la apertura de Menéame, se formó un grupo secreto de disidentes que tenían un pensamiento común, que Menéame ya no era como antes, ese grupo de descontentos fue evolucionando a una tropa de élite de cuñados con conocimientos que van desde fórmulas arcanas en Lisp a recetas de repostería bajas en azúcar.

Tengo delante a la cúpula directiva, no tienen rango distintivo así que les dirijo por igual la misma pregunta: ¿Qué es karmanimus? El primero me contesta, que la pregunta es irrelevante, el segundo que es errónea y el tercero, que es duplicada, porque ya se la he formulado antes a los otros dos. Entonces decido no perder el tiempo y pido que me cuenten, según los datos que han conseguido, los planes de futuro para Menéame. Noto tensión en sus rostros. Comienzan a recitar a coro:

“La clave está en rentabilizar el sitio y para ello, van a establecer una serie de medidas:

1) Publicidad intrusiva, cada vez que te conectes a Menéame un comercial llamará a tu puerta, si estás en casa; si estás fuera, se te acercará un joven que te pedirá “un minutito” para explicarte una cosa.

2) Se limitará el número de envíos por semana, salvo compra de cuentas Premium, se salvarán unos pocos de esta medida por la aplicación de la doctrina @M-kitus.

3) Posibilidad de baneo de usuarios. Tendrá tres modalidades, todas previo pago, “Hostia a mano abierta” para baneo de un día, “Forfait al infierno” para una semana de relax y “Hasta luego cocodrilo” para baneo a perpetuidad.

4) La más ambiciosa, conseguir darle valor económico al karma, para ello se creará un mercado continuo en el que los meneantes podrán comprar y vender su karma.

Por último, les pregunto si estas medidas serán beneficiosas o no para la plataforma. Responden al unísono:

“No importa, de todas formas, Menéame ya no es lo que era”.