La "casta" política municipal se quita la careta con la crisis y sale a la caza del ciudadano para llenar sus arcas, vacías por culpa de sus errores, de sus despilfarros y por haber convertido los ayuntamientos en centros de colocaciones de compañeros del partido, amigos y familiares. La víctima es, una vez más, el ciudadano, al que la democracia española no le reconoce su papel de soberano y al que la "casta" política despluma porque no tiene dinero y porque no está dispuesta a afrontar la austeridad.
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