La adopción de niños se ha convertido en un fenómeno social en la última década. Ha supuesto una manera de combatir los riesgos que afectaban a estos menores, pero ha implicado un cambio tan veloz en la sociedad (hace 30 años la adopción era una vergüenza) que ha dado lugar también a una visión frívola, en la que los pequeños son como un souvenir. Lo dijo ayer la jefa de Adopciones de la Generalitat.
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