Las colas para coger el bus turístico, para entrar en La Pedrera o, incluso, para ver a una banda de músicos que toca cada tarde en el Portal de l'Àngel parecen ser el vía crucis particular de los turistas que visitan Barcelona en estos días de Semana Santa. Más que los precios, las esperas interminables que hay que hacer para entrar en los monumentos de la ciudad son la queja que empaña la fama de Barcelona, a la que los visitantes llegan porque, aseguran, "todo el mundo habla de ella"
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