Tiempo después me enteré de por qué no vendían (ni venden) preservativos en esa farmacia: porque el dueño es del Opus. Una farmacia debería estar obligada a dispensar anticonceptivos, independientemente del grado de fanatismo del dueño de la misma. Y una mujer debería ser dueña de su cuerpo siempre, independientemente de las creencias religiosas y los favores debidos a la Iglesia por los miembros del Gobierno de un país supuestamente laico.
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