El cartel advierte: «Antes de entrar, quítese los zapatos». La estancia está medio oscura, alfombrada, silenciosa. Las pocas luces iluminan grandes letreros en el piso. Cuando la vista se acostumbra a la penumbra, descubrimos que son muy parecidos a los que están en el piso de los portales de Centro Habana, logotipos de las tiendas y negocios de antaño, grabados en la piedra. Muy parecidos, pero no iguales. El artista los ha transformado: no son ahora nombres de tienda, sino lemas, pequeños comentarios.
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