Cuenta la leyenda que Pat Garrett era tan grande que al morir, en todo Nuevo México no había un ataúd de su tamaño, y le tuvieron que traer uno desde El Paso, Texas. Su bigote y la desgracia le acompañaron hasta la muerte. Todo por la mayor muesca en su revólver: el tiro de gracia a Billy 'El Niño', el bandolero más legendario del Lejano Oeste.
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