La semana que termina pasará a la historia del periodismo, pero a la menos heroica. Nos ha vuelto a ocurrir. Como en la gripe A, la tentación del alarmismo pudo sobre los datos. Mientras los muertos reales crecían diariamente de mil en mil, los medios nos ocupábamos de un accidente que, a día de hoy y que se sepa, todavía no ha producido ninguno.
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