Hay un moro en mi costa que pregona su abigarrada mercancía valiéndose de las dos palabras que domina en nuestro basto idioma. Desgraciadamente, son la misma. De cuentas no anda nada mal, pero su penuria de léxico es evidente. Mi moro amigo, que es muy trabajador y muy simpático y muy formal, sólo sabe decir “barato, barato”. Por lo común, no miente, aunque todos sabemos ya que lo barato, barato, es caro, caro. Su sistema comercial va a ser parcialmente plagiado por la CEOE, que se dispone a abaratar la única cosa en la que ejerce su influencia
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