Tibetanos que se inmolan a lo bonzo contra el genocidio cultural de su país, huelgas por el deterioro de las condiciones laborales, ciudadanos en pie de guerra por los escándalos de contaminación, y la clase media con el ceño fruncido por la inflación y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. El año del dragón auguraba fortuna y poder para China, pero de momento solo asegura quebraderos de cabeza.
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