Los ciber-criminales han sido rápidos en idear formas de lucrarse con la desgracia ajena. Desde que ocurriese la catástrofe se han distribuido miles de e-mails, tweets y mensajes de Facebook que, supuestamente, te llevan a ver un vídeo del momento de la tragedia. Tal video no existe pero, en su lugar, la página íncluye código malicioso que modifica el coportamiento del navegador y redirige cualquier acceso a un banco online de Brasil a una página falsa que captura los datos de usuario y contraseña.
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