Un cliente del Ikea de Burdeos (Francia), amputado de ambas piernas, tuvo que llegar al extremo de enseñar sus prótesis para convencer a los agentes de seguridad de que tenía derecho a aparcar su vehículo en una plaza reservada. Ni la explicaciones de Pascal, ni la documentación oficial que les exhibió lograron convencerles. (Traducción parcial en
#1).