En 1999 la británica Sally Clark fue inustamente condenada por el asesinato de sus dos hijos que en realidad murieron por el síndrome de la muerte súbita del lactante. Parece ser que un pediatra que sirvió de testigo experto por parte de la acusación jugó un papel importante para convencer al jurado del veredicto de culpabilidad mediante dos errores estadísticos de bulto: una falsa suposición de independencia y la falacia del fiscal.
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