El procesado ofrecía servicios de curandero y vidente a través de propaganda publicitaria, en la que hacía constar su teléfono móvil, y logró que la víctima, Isabel B., contactara con él en junio de 2006, cuando sufría una “depresión mayor recurrente grave con sintomatología psicótica y duelo patológico”.
|
etiquetas: charlatanes , videntes , condena , estafa