Al igual que los productos alimentarios muestran en sus envases los ingredientes y alertan al comprador acerca de los niveles de sal, azúcar y grasas, el nuevo etiquetado indicará la cantidad de dióxido de carbono (CO2) empleada en la elaboración de los artículos. En los envases se utilizaría el color rojo para advertir sobre los productos nocivos, y el verde para señalar aquellos cuyo impacto en el planeta es muy bajo. Las grandes cadenas comerciales británicas trabajarán con expertos en medio ambiente y académicos.
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