Nuestra visión se asemeja, hasta cierto punto, al habla. Nacimos siendo casi ciegos y sólo hasta los 4-5 años de edad desarrollamos todo el potencial de nuestra visión. Vemos lo que vemos porque hemos desarrollado nuestro cerebro y aprendido a verlo durante nuestros más tiernos años. Para una persona que ha sido ciega desde su nacimiento o en sus primeros años y no ha visto durante décadas la experiencia de volver a ver podría resultar incómoda e, incluso, realmente dramática. Recuperar la visión puede no ser, a veces, una buena idea.
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