Este sistema, que ya no nos garantiza (y cada vez menos) unos mínimos de vida, puede que termine por no garantizarnos tampoco las libertades básicas. Hemos entrado en un proceso en el que la protesta se está convirtiendo en una expresión subversiva porque subversivo parece ahora cualquier intento de disentir. El sistema necesita de la aquiescencia de gente sumisa, y ahí están todos los partidos de poder, los sindicatos, todas las estructuras y organizaciones que forman parte del mismo: las élites.
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