Un ferrado de trigo y medio de maíz. Esa era la cantidad que tenía que pagar cada matrimonio al párroco en concepto de la oblata, una práctica cristiana que se remonta al siglo VI. Se trata de una tradición que según fuentes de la Iglesia "ha pasado a la historia" hace siglos, aunque en algunas parroquias de Galicia todavía se sigue cobrando este tributo. Y ya no en especias, sino en euros. En concreto, unos treinta euros al año que cada familia entrega al sacerdote.
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