Hay una cierta rabia contra aquellos que nos gobiernan, contra nuestra élite política que se ha encumbrado en posiciones de mucha responsabilidad sin tener especiales aptitudes ni méritos para ello. Al español de a pie se le exige tener cada vez más méritos, más formación, más experiencia profesional, mientras que muchos profesionales de la política tienen un nivel cultural y unas aptitudes bastante inferiores a las de las nuevas generaciones de españoles que se ven condenados a emigrar.
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