Me incomoda cuando tengo que quedar con gente con hijos y resultan ser de esos que me miran mal si empiezo a soltar palabrotas. Me molesta más que un preservativo de esparto. De hecho, prefiero asistir a un concierto íntegro de Pitingo haciendo versiones de Muchachito Bombo Infierno antes que tener que aguantar la mirada reprobatoria de una madre (siempre es la madre) cuando empiezo a ser yo mismo delante de su niño, que probablemente ya sepa el 30% de las salvajadas que suelo soltar y cuando alcance los 12 años será capaz de enseñarme alguna.
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