"Descartes solía confesarse y comulgar con cierta regularidad, antes de dirigirse a palacio, donde debía trabajar con la Reina, todos los días, a las 5 de la mañana. Descartes sentía cierto horror por los matinales horarios de la Reina de Suecia. Pero, con frecuencia, solía comulgar un poco antes. La tesis del profesor Ebert es que Descartes fue envenenado por el capellán Viogué, que le habría dado una hostia bañada en un producto similar al arsénico".
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