Pongámonos en situación. Era un caluroso día de julio del año pasado. Estaba sentado delante del portátil, trasteando alguna cosa, a la vez que veía el Tour de Francia por la tele. En aquella etapa de montaña Alberto Contador estaba a punto de encumbrarse como líder del Tour, el inicio de su segundo triunfo en la ronda gala. Probablemente debido al calor que me reblandeció la neurona, no se me ocurrió otra cosa que pensar en la posibilidad de mandar la noticia a Menéame. Nunca había sido un karmawhore, ya iba siendo hora...
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