El jóven Jordi Brito murió en Abril de 2007 tras prender fuego a su colchón. El centro no tenía alarma de incendio, extintores, o detectores de humo y el menor falleció en la noche. Para librarse de responsabilidad los imputados redactaron informes según los cuales el menor pretendía suicidarse y ya había advertido de ello, lo cual ha sido negado por la psicóloga y los trabajadores sociales del centro. Se les acusa de homicidio imprudente.
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