Cuando todos los índices apuntan a la baja por los efectos del torbellino de la crisis, es muy conveniente no fiarse solo de esos índices, sino también de los positivos, porque existen, a pesar de que la gente tienda a pasarlos por alto. Es paradójico contemplar cómo el sistema nervioso acaba afectando nuestra manera de percibir lo que está ocurriendo y, por consiguiente, a las decisiones que tomamos.
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