La patronal propuso anteayer un nuevo contrato de esclavitud para jóvenes, diseñado para la generación sin-sin: sin derecho a paro, sin indemnización por despido, sin cotización a la Seguridad Social… sin complejos, que por pedir que no quede. Al rato rectificaron, y dijeron que era “sólo un ejemplo”. Tienen razón. Es un ejemplo perfecto de nuestra ejemplar patronal, la envidia del mundo, cuyos empresarios de media declaran ante Hacienda menos ingresos que sus propios empleados.
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