De las muchas miserias de la condición humana que ha destapado el Daily Telegraph, al detallar los gastos que tan alegremente cargaban al Estado los parlamentarios del Reino Unido, no tengo claro cuál de los dos extremos merece mayor condena: el tacaño que pasaba hasta la factura de una chocolatina o el manirroto que cambiaba dos veces en un año la decoración de su retrete a cuenta de sus votantes. Spain is different. En el país europeo con más coches oficiales por habitante las cosas feas casi nunca provocan dimisiones.
|
etiquetas: corrupcion , politica